Algunos entendidos de la comunicación auguran un futuro laborioso y complicado para el periodista. No son pocas las personas que dicen que la edición en papel de toda la vida tiene sus días contados. La era de la tecnología ha cambiado la forma de hacer periodismo, todo va mucho más rápido. Ya no podemos "acunar" una exclusiva para publicarla al día siguiente porque probablemente cualquier medio se adelante y la cuelgue en Internet.
Imagino mi futuro de aquí a cinco años en una rueda de prensa...
Quizá lleve una cámara con la que grabe el objeto de la noticia, después anotaré lo que sea necesario en mi PDA y sacaré cuatro fotos con mi cámara digital. Llegaré a mi escritorio de la redacción del medio de comunicación y rápidamente redactaré, pasaré el vídeo al ordenador y subiré las fotos a la web de Internet. Saldré corriendo hacia el final del pasillo y me incorporaré a una tertulia de radio para cambiar impresiones sobre las consecuencias acerca del hecho divulgado. Acabaré el programa, cogeré un taxi y atravesaré la ciudad para ir a una televisión con el fin de continuar dialogando acerca del mismo tema. Seré una persona polifacética sí, pero me encontraré agotada, y ¿a qué precio?
Y es que nos parece que las nuevas tecnologías nos hacen la vida más cómoda, nos sirven para avanzar, sin embargo, también nos producen el estrés que sufrimos día a día muchos españoles. Lo difícil será encontrar el punto de equilibrio, y no permitir que las prisas y la "competición" de dar una exclusiva, primicia o lo que fuere, nos haga olvidar lo que somos: periodistas, y como tales tenemos que responder ante el receptor para que no sea objeto de ningún tipo de manipulación, desinformación... Porque la calidad de un medio radica en la flexibilidad del periodista.
Imagino mi futuro de aquí a cinco años en una rueda de prensa...
Quizá lleve una cámara con la que grabe el objeto de la noticia, después anotaré lo que sea necesario en mi PDA y sacaré cuatro fotos con mi cámara digital. Llegaré a mi escritorio de la redacción del medio de comunicación y rápidamente redactaré, pasaré el vídeo al ordenador y subiré las fotos a la web de Internet. Saldré corriendo hacia el final del pasillo y me incorporaré a una tertulia de radio para cambiar impresiones sobre las consecuencias acerca del hecho divulgado. Acabaré el programa, cogeré un taxi y atravesaré la ciudad para ir a una televisión con el fin de continuar dialogando acerca del mismo tema. Seré una persona polifacética sí, pero me encontraré agotada, y ¿a qué precio?
Y es que nos parece que las nuevas tecnologías nos hacen la vida más cómoda, nos sirven para avanzar, sin embargo, también nos producen el estrés que sufrimos día a día muchos españoles. Lo difícil será encontrar el punto de equilibrio, y no permitir que las prisas y la "competición" de dar una exclusiva, primicia o lo que fuere, nos haga olvidar lo que somos: periodistas, y como tales tenemos que responder ante el receptor para que no sea objeto de ningún tipo de manipulación, desinformación... Porque la calidad de un medio radica en la flexibilidad del periodista.